La vida no se mide en horas sino en emociones, porque ellas son esas partituras que ponen música a cada uno de nuestros instantes. Tener clara la relevancia de estas dimensiones psicofisiológicas es clave para nuestro bienestar. Tener un mayor conocimiento sobre ellas repercutirá en nuestra felicidad o, por contra, en ese sufrimiento que se cronifica.
MONTAÑA RUSA
Dicen que las personas somos seres sociales y que nuestro cerebro es un órgano racional,
un conjunto de células y tejidos conectados entre sí que configuran nuestros
pensamientos, decisiones y comportamientos. Sin embargo, la realidad es otra, estamos a
la expectativa de cómo actuar ante las circunstancias de la vida y como controlar dichas
emociones ya que actuamos por instinto. El temor invade cada una de nuestras partículas
sensoriales, y es ahí donde debemos identificar si vamos a conseguir el éxito o será una
experiencia más.
Cada una de nuestra historia es particular y singular por lo tanto somos autónomos de
escribirla a nuestro modo, intentamos escribirla con colores y tintas de cada emoción
sentida, con cada miedo superado, luchando a diario con el vacío incesante en nuestro
andar, sin saber, si hacemos lo correcto o no.
Creemos que actuamos con total cordura, pero no nos damos cuenta; que al no saber
manejar dichas emociones, estamos mandado todo por la borda o simplemente
reconstruimos nuestra vida con cada instante de felicidad que alguien o algo nos
proporcionó, guardando la esperanza de poder cobrarle vida a ese momento y hacerlo
eterno, volviendo al mismo circulo vicioso de creer que con tan solo leer la página anterior
seremos nuevamente felices, ¿han escuchado al pajazo mental? A eso me refiero a que
creemos que llevamos el control, porque esa fue la idea que nos vendieron desde niños.
No llores, no socialices tus sentimientos con todos, no saltes ahí, por que podrás caer, o
ensuciar tu ropa, no juegues bajo la lluvia, por qué te resfrías, no juegues con arena
porque te salen verrugas, es tan triste las limitaciones de algunas historias, donde nos
arrebatan el derecho a palpar y a sentir como se debe.
No creen que son palabras muy fuertes para alguien que apenas está experimentando el
mundo? Esto nos Ha dejado huella permanente en nuestra mente y en nuestro corazón. Al
fin y al cabo, la vida, no va de años vividos, sino de emociones sentidas.
Las sensaciones de extremo a extremo es lo que hace que tu vida, sea como un ferrocarril,
que por más obsoleto y viejo que este, podrás inventar lo que sea para poder llegar a
donde quieras, porque es a base de hierro y es indestructible. Así mismo como lo eres tú,
pero te niegas a la idea, por el simple hecho de pensar que un fracaso, o una perdida
pondrán en juego todo lo que construiste, y ahí vas luchando, reparando tu pasado, para
vivir sanamente tu presente y conseguir un futuro ejemplar y sin errores.
Esta realidad biológica no solo influye en cómo nos sentimos físicamente, si no, en ese
corazón que se acelera cuando nos enamoramos, En ese dolor de estómago cuando
experimentamos ansiedad, en la espontanea humedad de nuestros ojos al recordar
hechos que no podemos cambiar. Y ahí es cuando más sensibles nos volvemos, entender
la vida desde este punto de vista nos puede ayudar a tener un mayor control sobre ellas y
a disfrutarlas con mayor intensidad.
Una característica común de las emociones es que tienen el poder de definir nuestras
historias y las personas en las que nos convertimos. Para entenderlo mejor ahí les va un
ejemplo. Una ruptura sentimental puede crear una herida permanente. Un vacío por
donde se van los ánimos y huyen las esperanzas. Ese dolor puede ser el causante de que
llegues hasta el punto de no poder lograr iniciar una nueva relación.
Ese tipo de historias suelen ser frecuentes. En cambio, otras personas nos muestran otro
tejido emocional más reluciente, ese donde se atisba la resiliencia, la capacidad de
superación, las ganas constantes por vivir, sentir, experimentar… La vida se mide en
emociones y, aunque algunas de ellas no sean tan dolorosas, ese sufrimiento no tiene por
qué dotar de un solo color nuestra existencia.
Las personas seguimos estando perdidas en materia de emociones. Las reprimimos, las
desviamos, no sabemos ponerles nombre y, a menudo, nos dejamos llevar por ellas sin
pensar antes en las consecuencias.
Algo que debemos entender es que el bienestar es sentir la emoción adecuada en el
momento adecuado y saber qué hacer con ella después. ¿Qué significa esto? Significa, por
ejemplo, que cuando alguien me ofende tengo derecho a sentir rabia. Pero esa rabia no
debe hacer que reaccione con violencia, sino con asertividad e impacto. Implica también la
aceptación de aquello que no puede ser, abrazando el sentimiento de la derrota,
permitiéndolo fluir y liberándolo a su vez, dejando así espacio que podremos aprovechar
para llenarlo con nuevas emociones positivas.
Implica también que ante una situación de cambio, incertidumbre o confrontamiento sea
normal sentir miedo y angustia. Esas emociones deben aceptarse y experimentarlas como
algo esperable y normal. Entender estos principios de salud psicológica nos permitirá sin
duda movernos mucho mejor por cada situación y circunstancia personal.
La vida no se mide en tiempo, la vida se mide en emociones, en momentos de felicidad, de
melancolía, de esperanza, ilusión y también de tristezas, es sentirlas y saber qué hacer con
ellas. Aprender a controlarlas es nuestra misión. Y como lo podemos lograr? con el
perdón, aceptando que nos somos los únicos que lidiamos con ella.
Ya hemos dejado muchas cosas atrás, pero lo que tenemos por delante abre un horizonte de
nuevas oportunidades y momentos donde seguir emocionándonos. Porque de eso se trata, de
vivir cada día con la máxima emoción posible.
Feliz viaje, en tu nueva experiencia, vívela, disfrútala, por qué en cualquier
momento llegara tu parada!!!!
leonor Rojas
Economista 31 años
Cali - Colombia.
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